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Personal de los PAC de Pontevedra y O Salnés urge cámaras y vigilantes para reforzar su seguridad
El Sergas anunciaba el pasado 13 de octubre, a través del gerente del área sanitaria, José Flores, que iba a instalar cámaras de vigilancia en las zonas de acceso de todos los puntos de atención continuada (PAC) de Pontevedra y O Salnés. Estos centros de atención primaria donde se tratan las urgencias extrahospitalarias son nueve en el área de salud: A Parda en Pontevedra, Marín, Bueu, Caldas de Reis, Baltar en Sanxenxo, San Roque en Vilagarcía, Cambados, O Grove y Cerdedo.
La decisión se hizo pública después de que un día antes, la madrugada del 12 de octubre, un trabajador del PAC de Marín, un administrativo o PSX, fuera agredido por un hombre que accedió al centro y la emprendió a golpes con el mobiliario. «Las formas de relacionarse con el personal nunca pueden ser esas», decía el máximo responsable del área sanitaria, que aludía a que esa agresión y otros incidentes anteriores obligan a tomar medidas para reforzar la seguridad de los trabajadores sanitarios y no sanitarios del Sergas.
Además de las cámaras de vigilancia en los PAC también se iban a estudiar otras medidas, como la contratación de vigilantes de seguridad, sobre todo en horario nocturno. Algo que ya ocurrió en algunos PAC de forma puntual y en momentos de gran afluencia, como O Grove, Baltar y A Parda. Más de veinte días después, desde la dirección del área sanitaria confirman que las cámaras aún no están instaladas en los centros, sin concretar plazos ni inversión prevista.
¿Son realmente necesarias estas medidas? El personal de las urgencias extrahospitalarias y de los centros de salud considera que sí y son varios los profesionales que aseguran que van a trabajar «con miedo». Javier Couto es PSX en A Parda. Cuenta que las agresiones de pacientes o familiares normalmente son verbales y que la mayoría de las veces se quedan en la intención, sin llegar al contacto físico. «Las cámaras son necesarias para identificar mejor a un posible agresor, pero debería haber un vigilante todo el día», señala. En el caso de A Parda comenta que hubo personal de seguridad hasta el verano, los fines de semana y los festivos en el PAC, «aunque ahora no los veo entrar o salir».
Tamara Castro es administrativa eventual en el Sergas y suele trabajar en los PAC del distrito de O Salnés, sobre todo en el de San Roque en Vilagarcía y en el de Cambados, aunque también en centros de salud. «Las cámaras son necesarias, pero a la vez insuficientes. Las agresiones verbales y los insultos forman parte del día a día», asegura. A ella no la agredieron físicamente, pero sí le pusieron la mano delante de la cara. Tamara cuenta que procura no coger muchas guardias en PAC por los horarios, pero sí considera que hay que denunciar siempre las agresiones. «Nosotros somos los que ponemos la cara y los que estamos más expuestos, más que las enfermeras o los médicos. Hay que denunciar, como hizo Tomás [el PSX agredido en el PAC de Marín]. Saben quiénes somos y se está perdiendo el respeto. Lo que nos pasa a nosotros no ocurre con administrativos de otros servicios», expone.
Cuenta Tamara que en el PAC de Vilagarcía, hace unos meses, el personal se tuvo que encerrar en una habitación para evitar la agresión de cuatro o cinco personas. Por ello, ella es de las que considera que, además de las cámaras, debería haber vigilantes de seguridad para una primera intervención si pasa algo. «Aunque llames a la policía pasa un tiempo y estás vendida», recalca.
La agresión a un trabajador de Marín motivó las medidas
La última agresión importante que trascendió fue la que sufrió Tomás, un trabajador del PAC de Marín la madrugada del 12 de octubre. Es trabajador eventual del Sergas y rota por distintos centros donde se atienden urgencias extrahospitalarias. No dudó en denunciar lo ocurrido aquella madrugada. Lo hizo a través de una comunicación interna al Sergas —que dispone de un plan específico para la prevención de la violencia externa en el área sanitaria— y también ante la Policía Nacional.
La agresión tuvo lugar en la recepción del PAC a las dos de la madrugada. Según contó la víctima, aquel día se le había asignado una guardia de 17 horas —de tres de la tarde a ocho de la mañana— en Marín. La jornada transcurría tranquila, con algún pico de pacientes, hasta que todo se complicó. Tomás estaba en su puesto de trabajo tras el mostrador cuando un hombre de unos 35 años entró por las bravas. Tras intimidar al trabajador, tiró la mampara protectora del mostrador. «Tirouma enriba do corpo, sobre todo na cabeza, onde me golpeou, así como na pantalla do ordenador e no teclado», contaba a La Voz el 13 de octubre.
El varón también le arrojó el resto del mobiliario de oficina en el cuerpo. La peor parte se la llevó la pierna izquierda del administrativo. Intentando esquivar los golpes, Tomás tuvo que hacer un giro brusco con la espalda y el cuello, que le ocasionó dolor en esas zonas. No contento con eso, el individuo profirió, según la víctima, insultos y amenazas contra el trabajador, el resto de profesionales del centro, además de difamar al sistema público de salud: «Dicía que me ía matar e que ía queimar todo».
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/p ... 5C3991.htm